miércoles, 8 de febrero de 2012

Rafael Vives: "El amor"

<< El amor. Oh, el amor. Oh, el amor. ¡Oh! (Acabo de descubrir las bondades del emoticono “Oh” como evocador de la típica situación en la que uno tiene un ojo muy abierto y una silla de perfil incrustada en el otro). En fin, hoy hablaremos de un tema intrínseco, laberíntico, enigmático… ¿Las amebas? No. EL AMOR.

En un primer posicionamiento y, por si tienen cosas más interesantes que hacer que leer esto, avanzaré que el amor carece de sentido. Desde un punto de vista meramente pragmático, el amor resulta inútil, vacuo e innecesario. De sobra es conocido que la concepción, la subsistencia de una raza y, por extensión, el milagro de la vida, corresponden al sexo, no al amor. Y como sexo entendamos toda forma coital o esporádica (interprétese “por esporas”) de reproducción. Las algas, los percebes, las bacterias anaeróbicas, los ñus, el maíz e incluso los orcos se expanden y reproducen sin intermediación del amor.

Llegados a este punto y citando a un erudito del fútbol moderno, nos preguntamos ¿Por qué? ¿Por qué el amor? ¿Qué sibilino fin persigue esa insensatez, esa atadura moral, esa blasfemia química convertida en tótem de todos los sentimientos? No resulta de comprensión sencilla. Karls Frutz, Vincent O’Hally y otros antropólogos que podría seguir inventándome, afirman que el amor es un inhibidor destinado a hacernos previsibles y maleables. Exponen que el amor nos debilita evitando que actuemos con independencia al anteponer influencias externas a los comportamientos propios de todo individuo. Porque, no nos engañemos, el amor es una conducta eminentemente humana que, por interés, hemos adjudicado a otras especies. La osa que lame y alimenta al osezno no lo ama sino que lo cría y protege asegurándose así una descendencia de calidad, una pervivencia genética y, por tanto, una no extinción. Pues así lo dicta una naturaleza que, de su puño y letra, jamás mencionó al amor. De ello extraemos que el amor es una forma antinatural y sintética de comportamiento. La necesidad, el instinto, el deseo… sí son inherentes a todo ser vivo. Pero el amor, la gran pantomima, nos lo hemos sacado de la manga como herramienta destinada a justificar nuestra inadaptación a la soledad.

Algunos parapsicólogos defienden que el virus amor nos fue inoculado por avanzadas sociedades alienígenas para así pillarnos alelados cuando inicien su colonización. Y es que, en nuestra enajenación, hemos pasado de amar a otras personas a amarlo prácticamente todo. Amamos a los animales, a las plantas, a los coches, a las paellas, al gotelé, a la natación sincronizada, a los trajes regionales… Todo nos subyuga y convierte en marionetas sentimentales fáciles de desmembrar. Una perpetua hipnosis que nos obliga a realizar todo tipo de actos, vistos con objetividad y desde la lejanía, grotescos e incomprensibles. Vivimos voluntariamente maniatados, apoyados en un ficticio bastón que, aunque nos ayude a caminar, nos resta maniobrabilidad.

Para concluir, afirmar que no pretende esta letanía una abolición del amor que, aunque recomendable, sin duda supondría un engorroso proceso legal. Entiéndase tan solo como una llamada a la coherencia y a la sensatez. El amor es muy bonito, sí, pero también lo es el color fucsia. Y ambos son prescindibles. >>

Cuánta triste razón.

lunes, 6 de febrero de 2012

Lo poco que sé de la vida

A veces, necesitamos mirar cara a cara a la vida, que alguien nos enseñe las cosas tal y como son, sin matices, sin adornos, y que, si no es mucho pedir, nos den un pequeño empujón. Porque, a veces, una vez entendida la realidad, somos capaces de crear nuestra propia historia.
Este texto no lo he escrito yo, pero más me gustaría:

<< Lo poco que sé de la vida está en los libros que nunca leo. Lo poco que sé de la vida está en las líneas que no escribí. Lo poco que sé de la vida se cuenta tomando un café, se entiende tomando una copa y se olvida tomando dos.
Que nadie se me emocione ni me albergue falsas esperanzas, porque con lo poco que sé de la vida, a duras penas se llena un corazón, por pequeño que sea.

Empiezo por lo que sé con toda seguridad. Sé que, con suerte, te vas a morir una vez. Así que procura no morirte más veces por el camino. No hay nada peor que esa gente que se va muriendo antes de morirse del todo. Para evitarlo, te regalo un método infalible. Mientras tú vayas decidiendo, todo está bien. El día que dejes de decidir, ese día, cuidado, porque la habrás palmado un poco.
Ten siempre más proyectos que recuerdos, es la única forma que conozco de mantenerse joven. Olvídate de la patraña esa de ser feliz, ya te puedes dar con un canto en los dientes si llegas a ser el único dueño de tus propias expectativas.
Que un euro se ahorra, y un polvo se pierde. Para siempre.
Que hay que dedicarse a algo de lo que jamás te quieras jubilar. Por mucho que te cueste pagar las facturas. Por mucho que en las reuniones de antiguos alumnos te miren mal. Es mejor dedicarse toda una vida a algo que te divierte pese a no llegar a fin de mes, que pasarte un solo día trabajando únicamente por dinero.
Entre lo poco que sé de la vida, también te diré que nada de todo esto vale la pena sin alguien que te haga ser incoherente. Ni flores, ni velas, ni luz de luna. Ése es el verdadero romanticismo. Alguien que llegue, te empuje a hacer cosas de las que jamás te creíste capaz y que arrase de un plumazo con tus principios, tus valores, tus yo nunca, tus yo qué va.
Ojalá ames mucho y muy bueno, incluso a riesgo de ser correspondido. Que te despojen de todo, que hagan jirones de tus ganas y que te veas obligado a remendarlas con el hilo de cualquier otra ilusión. Que desees y seas deseado, que se frustren todas tus esperanzas y que acabes descubriendo que la única forma de recobrar el primer amor, que es el propio, es en brazos ajenos.
Dos emociones inútiles asociadas al pasado, arrepentimiento y culpa, y una emoción inútil asociada al futuro, la preocupación. Cuanto antes te desprendas de las tres, antes empezarás a apreciar lo único que tienes.

Qué más. Ah sí. Sé que al menos un amigo te va a traicionar, otro será traicionado por ti, y que te pongas como te pongas, los que no hayas hecho antes de los 30, ya jamás pasarán de buenos conocidos. Cuenta sólo con los tres principales, porque a partir de ahí, todo es mentira.
Para terminar, y hablando del tema, déjame que te presente a tu mejor enemigo. Se llama miedo. Quédate con su cara, porque va a estar jodiéndote de ahora en adelante. Miedo al fracaso. Miedo al qué dirán. Miedo a perder lo que tienes. Miedo a conseguirlo. Miedo a saber poco de la vida. Miedo a tener razón. >>